Aunque los síntomas de la mononucleosis suelen desaparecer en 1 ó 2 meses, el virus de Epstein Barr se mantiene en el sistema de la persona en un estado de latencia o escondido del sistema inmunológico. Por lo general, se “esconde” en la garganta y en las células de la sangre de la persona infectada, por el resto de su vida.